El cuerpo del bebé es básicamente estéril hasta el nacimiento, cuando adquiere los primeros microorganismos al pasar por el canal del parto o estar en contacto con el ambiente externo, y posteriormente por contacto con la familia o a través de la dieta. Aunque este proceso de colonización ha sido bastante estudiado en el intestino, hay muy pocos estudios en la cavidad oral. En nuestro grupo, hemos analizado muestras de saliva de una cohorte de 90 niños seguidos desde el nacimiento hasta los 7 años de edad, utilizando técnicas de ADN y de secuenciación masiva.
La composición bacteriana de las muestras se ha correlacionado con distintos parámetros clínicos, como son el tipo de parto (vaginal o por cesárea), la longitud de lactancia materna, o el uso de antibióticos, tanto en niños que desarrollan caries como en aquellos que permanecen sin caries durante ese tiempo. Los datos muestran una sucesión de especies bacterianas que comienza por lo que hemos denominado colonizadores tempranos, y que incluye bacterias lácticas, estreptococos y Veillonella, seguido por otras bacterias que aumentan de forma progresiva, y otras que sólo aparecen en proporciones significativas al cabo del primer o segundo año (los colonizadores tardíos) y que incluyen organismos como Actinomyces o Neisseria.
Factores como el uso de antibióticos o la lactancia materna influyen enormemente en esta sucesión ecológica, alterando la microbiota futura años después. Además, los últimos descubrimientos apuntan a que la misma placenta y la leche materna contienen microorganismos orales.
En conclusión, se propone una hipótesis por la cual la exposición temprana del bebé a bacterias puede generar tolerancia inmunológica frente a dichos organismos, incrementando el riesgo a padecer enfermedades orales en el futuro si la salud bucodental en los progenitores durante el embarazo y primeros dos años de vida del bebé no son apropiadas.